octubre 30, 2012

GUERRERO NEGOR JR., RUFIÁN DE ABOLENGO


Su nueva rivalidad en Saltillo se fragua con Sombra Lagunera.
















De porte elegante cuando camina sobre el ring, Guerrero Negro Jr. es sinónimo de clase ruda a la vieja usanza, disfruta el cinismo y le basta una sonrisa socarrona para provocar la simpatía o repulsión de la multitud.


Textos y fotografías: Miguel García


Su talento no tardaría en situarlo donde quiere estar (CMLL); ahora desea ir a Japón y rivalizar con el otro Júnior favorito de Monclova, Coahuila. El Depredador del Aire, Volador Jr., le ha confesado su deseo de luchar contra él, así como Misterioso Jr. y La Sombra.

“Volador Jr. ya tiene su jerarquía dentro del Consejo, pero un día no muy lejano…”, profirió. “Lo que venga, yo lo espero con ansias. Quiero poco a poco, voy a paso lento pero seguro. En México ya no puedo trabajar de otra cosa”, afirmó el nuevo miembro del Consejo Mundial de Lucha Libre.

“Es una seguridad para tener trabajo, pero tienes que mantenerte ahí. A mí me hicieron doping y al otro día firmé un contrato. Me hacen entrenar duro y duro”, comentó.

Su debut lo hizo en sociedad con Herodes Jr. en la Arena Coliseo el 18 de agosto del 2012 y luego el 21 en La México, cuando cumplía 15 años de luchador profesional. “Es la ilusión de todo luchador pisar la Catedral de la lucha libre. Ya había sufrido yo tres años y medio. Se me dio la oportunidad y estoy muy contento”, reveló.

Generación 2012 del CMLL.
Por sus venas corre la sangre de un gladiador consagrado en México, pero, como sucede mucho en el medio, se cuestionó su calidad al igual que con otros Júnior. Eso no le impidió formar parte de la Generación 2012 del CMLL.

El rufián coahuilense compartió “toga y birrete” con otros cuatro elementos norteños: Espanto, Taurus (ambos de Gómez Palacio, Durango), Herodes Jr. (Monterrey, Nuevo León) y Akuma (Saltillo, Coahuila).

Aunque ellos son sus paisanos, él intentará seguir su propia senda. No quiere ser la burla de nadie, es un luchador serio. Su estilo es recio y prefiere castigar duro antes que echar a perder un combate. “No me gusta que la gente se ría de mí, me gusta luchar, por eso soy 100% luchador”, dijo.


NO DEJA DE APRENDER

Sabe que tiene lona recorrida, pero acepta consejos de los triunfadores, ganar experiencia en la nueva etapa junto a ídolos como Negro Casas o Súper Porky. “Me dijo Blue Panther: ‘Guerrero, navega con la bandera del más pendejo y vas a llegar lejos’”, recordó.

Llamar el interés del público no es fácil, pero él ha conocido las maneras: “Te enseñas a voltear con la gente, a pararte como un luchador. Necesitas envolverlos, te les vas metiendo poco a poco. Muchos luchadores hacen sus cosas y se van a la esquina. No, festeja, involúcrate con la gente”.

Además, atrás deja una buena lección y no quiere tirar a la basura esta segunda oportunidad. “Hubo un tiempo cuando luché para la Triple A en el norte. Me pagaban muy bien, pero muchas veces se te sube, llegué al vicio y caí en las drogas”, confesó. “Gracias a Dios estoy curado y juré nunca más volver. Ya tengo dos años que dejé todo”.

Cuando pensó en continuar ahora para el CMLL, desde el momento que arribó a México pasó hambres y frío. “No tenía dónde quedarme, me quedaba en la central (de autobuses) dos o tres días, no hablaba a la familia y pues fue muy difícil”, narró.

Pero fue perseverante y obtuvo su recompensa. Es momento para demostrar su valía, pues tal parece que está en planes de la empresa llevarlo a Japón, según informó.


“Ya me dieron mis papeles, ya estoy por nómina en el Consejo y es una ventaja. En noviembre tengo que sacar el pasaporte”, dijo. “Me van a dar una carta donde estoy dentro del Consejo para sacar una visa de trabajo porque el próximo año hay gira en Japón y quieren mandar nuevos valores”.

Sin embargo, aunque el éxito se asoma en un nuevo horizonte, la soledad lo atosiga pese a tener una hija que vive con su mamá en la misma ciudad.

“Pero me da gusto porque sé que estoy haciendo algo. Mi mamá me ve en internet; mis familiares, en la televisión. No sé si el día de mañana mis hermanos se quisieran ir, ya les dejé una puerta abierta”, manifestó.


DESTINADO AL
CUADRILÁTERO
“Desde que tenía uso de razón, anduve en ring. A los ocho años echaba mortales. Debuté el 21 de agosto de 1995 en Monterrey, Nuevo León; era contra Tony Cortés y Guerrero del Mal”, contó. “Agarré una silla y le abrí la cabeza al Guerrero del Mal. Yo luchaba como Dragón, estaba muy flaquito, pesaba como 47 kilos, a los 15 años”.

Su maestro fue su papá, en Monterrey lo pulió Súper Vaquero y en Saltillo fue Green Demon. Por el momento, sus mentores son Último Guerrero y Franco Colombo.

Antes de ingresar al Consejo, su carrera también fue de muchos triunfos. “Luché contra los Espectros por el campeonato del Estado de México y le gané el Campeonato Ligero de Coahuila, a los 18 años de edad, al Pandillero”, precisó.

A manos del Zorro Plateado Jr.
“He ganado la máscara del Eclipse, tío mío, y le quité la cabellera. En Monclova le gané a Baby Rap la cabellera. Buen luchador”, añadió.

Entre sus derrotas están algunas a manos del clan Diablo y otros técnicos. “A mí me ganó Latino la cabellera en enero (2012) en la APN (como colofón del pique entre clanes) y me ganó Piloto 2000 también la cabellera en una ruleta de 16 luchadores”, informó. “Fui el primero en entrar y el último en salir. Me agarró cansado”.

En la Arena Coliseo de Monterrey le dieron varios reconocimientos por ser el mejor rudo del año. También obtuvo el trofeo a la mejor lucha del año en la Arena Naucalpan en 2010. “Era Pimpinela, Miss Gaviota y otro jotito contra Hijo del Diablo, Abyssman y yo”, dijo.




Disputa títulos a los Espectros.
Antes, militó en la caravana estelar de Triple A, a los 22 años. “Me acuerdo que Pirata Morgan, Jerry Estrada, Sangre Chicana, El Cobarde y Jaque Mate me daban unas recias pero buenas. Yo me bajaba llorando”, recordó. “Te ven novato, ellos pesaban cien kilos y yo 65. Luego te echaban montón. Pero te conocen más y luego te juntan”.


Después, vino su nuevo viaje a México por el sueño cumplido: “De aquí nos fuimos Latino y yo, después llegó su hijo y yo le propuse a Mercurio que se fuera conmigo, además del Perico (mascota de La Peste Negra)”. Los dos últimos se abrieron camino antes que él y el menor de los Diablos fue conocido como Robin y Rigo en Arena Naucalpan.

“Cuando llegué a México, Demus 3:16 me quiso llevar a levantar pesas. Era el segundo día. Me dio una santa chinga, que me dio temperatura tres días”, sonrió.” Le dimos a pierna y yo vivía en el cuarto piso. Íbamos Latino y yo. Me subí y ya no me bajé. Le digo (a Latino): ‘Chuy, si bajas ahorita me traes una Coca’. No pasa mucho cuando me dice: ‘Oye, Pelón, ¿y si tomamos agua?’”.


INFLUENCIA GUERRERA

Héctor Picazo, alias Guerrero Negro Jr., es otro detrás del telón, sin arrogancia, con miedos y gran sentido del humor. Hijo del Guerrero Negro II y sobrino del fundador de la dinastía, admitió el temor y entusiasmo por encarnar a la nueva estirpe.

“Ahorita lo miras y está bien corto. A mí se me hizo larguísimo el pinche pasillo (de la Arena México)”, recordó “Pelón”, conocido así entre sus amigos más cercanos, cuando se dirigía al centro del mítico coso ubicado en la colonia Doctores, en la capital del país.

Heredero del clan de rudos monclovenses, reconoció que le temblaron las piernas durante su debut con el CMLL. “Gacho, gacho. Fueron los nervios. Se siente bien cabrón, el ring está muy duro, pero luchando ya no se siente”, enfatizó.

Respecto a sus predecesores, indicó que ellos eran muy diferentes a él. “Eran más manchados y eso me cerró muchas puertas, pero me ha abierto otras”, dijo. “Las comparaciones siempre van a estar. No soy un luchador taquillero”.

Pero cuando fue a Monclova, la gente lo recibió en la entrada. “‘Eres el Júnior de Monclova’, me dijeron, aunque toman mucho en cuenta a Volador Jr. Pero que te comparen (con el tío) ya es un halago”, declaró sin temor a un pique contra su paisano, “El Depredador del Aire”.

“Yo siempre fui el confidente de mi papá y él el mío”, afirmó. “Duró mucho tiempo dentro de la lucha, 22 o 23 años, pero él sabía luchar lo normal. No era aéreo, tampoco bueno a ras de lona, pero tenía un carisma impresionante. Con decirte que no sabía llegar a las cuerdas”.

“Estuvo en Triple A, pisó la Arena México y Coliseo, pero nunca supo agarrarse de las cuerdas”, añadió entre risas. “La influencia fue más mi tío al verlo llegar de México a Monclova con sus cadenas, bien enjoyado y bien cambiado”.

“Mr. Niebla me preguntó de dónde era y quién era mi familia: ‘Me acuerdo de las golpizas que me daban y me voy a desquitar contigo. Eran tremendos los Diablos’, así les decían”.

“Porky también me dijo: ‘A tu tío lo aprecié mucho, pero era un hijo de su chingada madre. Una vez nos citan a un restaurante a una conferencia de prensa, todos de traje, apenas me iba a sentar y me quitó la silla. Me caí, me agarré de mantel y me traje todo. Es una cosa que nunca se me va a olvidar’”, relató.

“El Negro Casas también me contó otra anécdota: ‘Íbamos en el autobús, tu tío traía una botella, le empieza a pegar al camión y lo paró el chofer. Avanzaba, le pegaba y se volvía a parar el camión hasta que ya le quitaron lo que traía en la mano y el chofer se la pasó molesto”.

Además, recordó la anécdota que le narró LA Park, Adolfo Tapia: “Se iban a echar unas cervezas”.
–Dale una cerveza a todos –le decía al dueño. Vas a llorar.
Entraba uno y otro y les mandaba una cerveza.
–Vete al taller –le dijo a LA Park.
Él se brincó la barda. Al otro día LA Park ve llorando al jotito.
–Bien me decía el Guerrero, vas a llorar. Se acabaron toda la cerveza. Dime dónde vive, ya no quiero que me pague todo, sólo para surtir.

La pérdida de sus primeros mentores en el pancracio y otros familiares, fue un golpe muy duro para Héctor Picazo. “Cuando falleció (su papá) me dolió mucho. Murió de cirrosis y diabetes. No comía, pura chela. Mi tío tenía un derrame. Murió primero mi papá, luego mi tío”, confesó.

“Hubo una etapa muy difícil porque luego falleció mi hermana con 27 años, una hija, luego mi abuelita. Eso fue en nueve años. Pero son etapas de la vida, seguí luchando porque no te puedes acongojar”, aclaró.

Una de las enseñanzas que le dejó su tío, Guerrero Negro I, fue traer su maleta y que huela bien, distinguirse por la categoría. “Veías a luchadores de Monclova con la ropa enrollada, sucia y las zapatillas enlodadas. Pero llegaba mi tío, abría su maleta y todo bien acomodado. Olía a agave”, dijo. “Todos los luchadores lo miraban porque era una persona que imponía. ‘Nadie me moleste’, era  lo chido”.

LAS ANÉCDOTAS
DEL LUCHADOR
“Hay que aventar una lucha buena. Hay unas amigas que nos invitaron a una carne asada y cervecitas. Nos vamos a ir con ellas, son como edecanes, están bien buenas”, propuso Guerrero a sus compañeros. “Corre Dragón, me da unas patadas, se avienta un tope, topa con las cuerdas y cae de cabeza. Pedimos la ambulancia. `No, mijo, que no me lleven… ¿Y la carne asada?´”

Cada vez que lo ve el Pingüino, ex Red Man, le dice “Júramelo”. “En Monterrey compré unas naranjas del Periférico, iban bien calientes y me las comí en el camión. Me dio una diarrea bien cabrona y así luché en el Coliseo. Llegué a la casa, me quité el pantalón y estaba la mamá de mi niño. Me vio… irritado ahí.
–¿A qué fuiste a Monterrey? –me preguntó.
– A luchar.
– ¡Júramelo!
–No pienses que me cogieron.

“En Triple A me dieron manazos y me hicieron correr de Reynosa a Laredo encueradote, a las once de la mañana”, contó. “Era un pinche kilómetro, venían los soldados de frente, me senté y me levanté en chinga bien quemado de las nalgas”.
“Son chingo de cosas que he vivido bien chidas por la lucha libre”, concluyó.

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